26 abril 2013

Imposibles


Imposible es saber a qué distancias estoy de ti,
cuando cae esta tarde y revuelves tu café.
Mi imposible es caminar junto a los sonidos
                                               que te envuelven.
Lo único real es nombrarte y olvidar los ecos.

Imposible es quedarse a solas con tu nombre,
entre los espirales de este humo de lunes viejo.
Mi imposible es reconocer el sabor de tus labios
                                               que saben lejanos.
Lo único real es pensarte y romper el silencio.


25 abril 2013

La ballena blanca - Miedos


          He soñado alguna vez, con una ballena blanca, no una metáfora, si no más bien el animal pleno, impresionante, la temible figura del pez antiguo, el leviatán, la bestia marina de San Brandan. He soñado con el cetáceo máximo, no la alegoría medieval escondida entre las bellas ilustraciones miniatura, si no mejor aún con el surtidor infernal que horrorizaba los marinos celtas, el vacío geográfico en el portulano de cuero que delataba su presencia, el cretásico esqueleto perpetuado en los hielos árticos. La historia del hombre, y esta es un retazo imperceptible de su vasto itinerario, no acepta duplicados, tampoco es pasible de perfectas simetrías, solo los espejos son testigos de esos encuentros de lo inaudito y sin embargo, esa ballena albina ya había recorrido mis otras pesadillas, mis otros espantos, los de deambular insomne por bibliotecas infinitas y pobladas de libros alucinados; y tal vez yo mismo sobre el esclavo papel, en momentos de silenciosa claridad, ya había creado mis monstruos de espacios y palabras, y ese delito de vanidad literaria me era tan cercano como los relatos sempiternos de Conrad o Melville.


24 abril 2013

Cusco (Cuzco)


Si entre antiguas callejuelas te entreveo pasar
o en la esquina de esa plaza o por el tibio solar,
acierto a ver tu figura sin tiempo y sin derrotas
y sé que Cusco es un sueño que olvide de soñar.

Nuestras ausencias


A veces reconstruyo nuestras ausencias,
sobre endebles y temblorosas telarañas.
Solo yo, luego, puedo reforzar ese cáñamo,
solo tú, mañana, puedes retomar esas distancias.

Hemos de desaparecer un día y reencontrarnos otro,
un cielo o una tormenta no detendrán ese verso.
Hemos de mezquinarnos palabras para olvidarnos,
sin saber que en el minuto siguiente recordaremos.

A veces soplo sobre nuestras ausencias, ese olvido,
y me reconozco en escucharte, en releerte, en observarte.
Solo yo, entiéndelo, vuelvo a perderme en tus caminos,
solo tú, concíbelo, puedes cruzarte en mis senderos.

Hemos de observar juntos esa piedra imaginada,
de musgo y setas decorando tu hermosura.
Hemos de tomarnos de las manos en silencio,
sin conocer las respuestas ciertas del mañana.

A veces he de conservar una calma que no tengo,
sobre mis palabras duermen atardeceres en silencio.
Solo yo, quizás, retomaré siempre las caricias cansadas,
solo tú, acaso, escribirás mi nombre sobre la arena.

Hemos de ser eternos principiantes de la llama,
quemando nuestras alas de Ícaros rampantes.
Hemos desistido de nuestros cuerpos en el  origen,
y bebido de una copa ya vacía de buen vino.