Fue en diciembre de 1900, en el cambio de siglo, bebía
una soda con mis hermanos cuando lo vimos aparecer en el patio trasero de
nuestra casa, brumoso al principio, como un reflejo matutino sobre el estuario
del Támesis, allí estaba, fue haciéndose tangible y real. Un artefacto extraño
y un hombre andrajoso en su interior; colgaban gelatinosos líquenes de la
castigada estructura, delgadas y extrañas plantas carentes de fotosíntesis.
Parecía un refugiado de una batalla solitaria dentro de su irreal carro de
combate, retornando del frente, de la delgada y oscura tierra de nadie. Luego,
un segundo más tarde, se descargó sobre
nosotros, atravesándonos, la mirada del viajero a través del tiempo y supimos del
delirio increíble, de las imágenes que danzaran ante sus ojos, de la
desesperación y la impotencia por doblegar la corrosión de los años sobre su
rostro, y de su certeza concreta de la muerte del sol.
25 junio 2013
Atardecer
Niña callada y
solitaria, traslúcida de playas,
es hermoso observar el
mar como tu lo haces,
pero allí no se encuentran
todas las verdades,
de todos modos, que
hermoso es mirar el mar.
No te he visto
sonreír, bella niña despoblada,
¿Te han quitado el
brillo de alguna estrella?
¿O aún esperas que una
ola empape la luna?
Seguro, es hermosa tu
sonrisa como ese mar.
¿Qué haré para narrarte
la voz de la arena?
Te leeré despacio mi
poesía pequeña tal vez,
un verso simple que
nada vale, nada cuenta,
como esa arena, son solo
palabras en papel.
Niña te asombraras de tu
pequeñez, sentirás,
que aparte de estar
tan callada, tan solitaria,
sientes traslucidez de
otras playas a lo lejos,
tan parecida a mi, tan
inmensamente lejana.
Eres lágrima morena, soñada
dermis parda,
es que veo el
horizonte allende a tu sombra.
¿Por qué tan fija y
quieta tu mustia mirada?
¿Por qué tu castillo
es de arenas y espadas?
Se han enamorado las
estrellas de esos ojos,
en la playa de
cangrejos blancos, esta noche.
Dime niña, tu que
miras ese mar perdurable.
Reptiles urbanos
¡Mira! – Dijo – Te confiaré un secreto – Su voz me hacía
cómplice de la locura en las penumbras de la callejuela - ¡En mis sueños
siempre hay terribles ojos de reptiles desconocidos que me observan desde las
profundidades de las alcantarillas! – Preferí entonces, no contradecirlo, ni
darme por enterado de los comienzos de una quimera fantástica que terminaría
con su cordura; sonriendo le respondí una nimiedad y con una señal
imperceptible ordené a mis crepusculares reptiles urbanos que dejarán de
perseguir peatones y volvieran a sus nidadas oscuras y abismales.
El olvido de la Luna
Escasos bocados de
rocío,
los saboreo, los
manipulo,
es la frescura en este
instante
del comienzo de la
mañana,
antes de que el calor
domine
los territorios aún
nuevos
y avance sobre
terrazas,
pavimentos y personas.
La luna, ya hace unos
instantes,
ha desaparecido entre
reflejos,
consumida es, por la
claridad,
que espanta sombras y
silencios,
sé que aún su figura
carcomida
y mutilada, de medialuna
su cara,
está por allí y que
aún nos mira,
cómplice de agobios e
ilusiones.
Yo entiendo su apuro de
ocultarse,
su temor a permanecer
descarnada
frente a la avidez
ocular del orbe.
Yo sé de los olvidos y
su anatema,
de los que el hombre
es prisionero
cuando amanecen sus
palabras.
18 junio 2013
Descaradamente azul
En el reino del Este, bajo la sombra del nuevo y
ostentoso zigurat, descansa el pequeño escorpión azul, lejos del sol abrazador
del desierto de Uruk. Los demás congéneres, su familia directa, han desterrado
a este de su imperio de rocas y ratas canguro debido a su pequeñez, debido a su
color descaradamente azul, falto de convencionalidad y mimetismo. La huida del
singular arácnido se produjo en medio de las tinieblas de la noche, amparado por
una luna cómplice y fuegos fatuos en el horizonte, y el pequeño escorpión azul
nada sabe de la arena arrastrada por el viento sobre las dunas, ni de la
escasez de agua en la depresión que se comienza a formar al pie de la
amurallada Eridú.
Enamorada
No quiero acostumbrarme, a tus
ausencias.
No quiero olvidar tu sonrisa a
cada instante.
Solo deseo esas melancolías de
tu rostro,
o las alegrías por tus besos
que me nombran.
Si me quitan el sonido
prehistórico del viento.
Si me roban día a día puñados
de sal marina.
se llevan también los jirones
de mis sueños,
envueltos en esa calma de
saberte enamorada.
No quiero empañar, el brillo
de tus ilusiones.
No quiero irme sin decir te quiero,
una vez más.
Solo anhelo tus caricias de
encuentros cotidianos,
o tus palabras que
pululan mis sueños esta noche.
Si me ocultan la humedad
pacífica del agua.
Si me obligan a renunciar hoy a
tu destino.
Se alejan llevando retazos rojos
de mi cuerpo,
enmudeciendo triste, tu
condición de enamorada.
11 junio 2013
Boceto de autor
Boceto: un rostro dibujado en tinta sepia, colores pardos
de gotas que caen hacia un garabato de la vida del autor. Boceto: homenaje a
las arrugas de mi padre, como un aguafuerte que conquista el lienzo y destiñe
las fibras y se pierde en la desesperanza. Boceto: todo ello en el instante de
mi mano bajo los borrones provocados por mi cuerpo, resaltando el encanto de la
línea en el borde de la palabra. Boceto: uno más entre unos cuantos, azar caído
sobre un vínculo de fuego. Es en ese instante cotidiano cuando deslizo mi
sueño, mi boceto de autor, sobre el brillo de estas páginas.
Hubo un tiempo
Hubo un tiempo en que creía
que todas las aves carecían,
de la virtud rauda del recuerdo,
que solo vivían e idolatraban
el mensaje efímero del presente;
luego advertí que solo simulaban
olvidar el grito de la historia,
para no precipitarse, no caer,
y horadar la piel del mundo,
desde su bello tiempo de sueños.
05 junio 2013
Interpretación de un sueño
El
Discípulo tiene un sueño. En él, desde lo profundo de un pozo abismal tiene que
subir por una cuerda de papel para poner su vida a salvo. Para agravar la
situación ya de por sí complicada por la fragilidad de la soga, el pozo está
lleno de agua hasta la tres cuarta parte de su cuerpo, de esta manera el
Discípulo tiene que mantener las manos secas para que el papel no se moje y no
se rompa, poniendo fin a su esperanza de salvamento. Aunque por capricho de los
dioses la cuerda se reproduce en la parte superior descendiendo a medida que
las manos en su empeño de subir mojan la parte inferior y deshacen tramos
equivalentes. Consultado el Profeta por la interpretación de este sueño, dio en
sumirse en profundas y míticas cavilaciones, entonar un canto tántrico e
inmolar diversos pequeños animales a su dios particular. El Discípulo mientras
tanto ve transcurrir la vida frente a la morada del Profeta y ante sus ojos,
entonces, con apenas meditada simplicidad, compara su sueño a lo largo de esos
años con el esfuerzo de continuar la cotidiana existencia y sonríe ante la
sencillez de su propia interpretación.
Despertando
Tuve un sueño de un
millón de años,
y al despertar, contemplé
al amanecer,
la palma de mi mano de
espaldas al sol
y sonreí, entiendo, por primera vez.
A la orilla de un océano
púrpura,
lánguidas olas
saturadas de minerales
lamieron con avidez mis
pies desnudos
y dejaron amarga sal
en mi garganta.
De ese sueño desperté
vacío, infinito,
y a la vez carente de sonidos y palabras,
ensayé un grito que un
ave rehuiría,
cayendo, hundí mis
brazos en la arena.
02 junio 2013
Apocalipsis ahora
Los rumores fueron llegando, susurros hediondos como la
selva que me rodea, pequeños hálitos de información traspasando la espesura. Y
los hombres callaron ante mí, ellos siempre escuchan; mis hombres, mi ejército
de sombras perfectas; silenciaron en sus actividades una murmuración de
nerviosas consecuencias. Una barca asciende por el río hacia mí, no importa el
destino, incumbe el hombre, un asesino remonta el Mekong como si su única razón
de ser fuera cabalgar esas aguas eternamente turbias de cadáveres y levantar la
mirada para otear la jungla en busca de mis huellas. Desde mí afiebrada
atalaya, observo ese río, y mis pesadillas me dicen que sus vertientes pueden
ser tanto el Gran Congo como un simple arroyuelo de montaña vietnamita. Alguien
soñó conmigo este delirio, alguien que
no es mi navegante asesino, sino el hacedor de nuestros dos destinos, el que
musitara las últimas palabras de horror a través de mi rostro moribundo; el
maderamen sediento de ese barco tiene crujidos de barbarie y jirones de niebla solitaria.
Dentro de los mecanismos
¿Dime dónde te hallaré?
¿Bajo que leve luz?
¿Usando que diestro artilugio
o mecanismo?
¿Será en silencio, cautos,
como en un sueño?
¿O quizás caminando de
tu mano
en la mañana?
Ni tú ni yo conocemos los
sombríos secretos,
los que encierran la
falsa cordura y el grito,
de aquellos que creen torpemente
en el amor
pero no lo encuentran,
o ya casi desistieron.
Sé que vivo demasiado
mi poesía y su genio,
es un camino ilimitado
que conduce al mar,
allí entre durmientes
olas culmina su error,
es donde mis poesías
se trasmutan en arena.
Sé que no es virtuosa mi
cualidad de amar;
porque lo despojo todo
y lo conquisto todo,
y si lo hago así a mi
modo, nada nos queda,
solamente tu piel sin
llamas y mis silencios.
Si todos fuéramos
esclavos del rito repetido,
acataríamos la mano del
hado que nos ciñe.
El amor seria solo un
color más, una chispa,
un mecanismo de
control para calmar almas.
Pero espera, aguarda
un momento por favor,
¿Cómo sabré que eres tú,
entre mis arterias?
¿Cómo te identificaré
entre esas multitudes?
¿Quién eres? ¿Cómo es
el color de tus ojos?
Hace mucho tiempo,
nací ciego y homérico,
maldito en nombres
nocturnos y en caricias
marchitos mis dedos por
acariciar tu rostro,
desesperado en un
sueño que aún te busca.
O es que en verdad
todo es un mecanismo,
un artilugio antiguo,
un ingenio primitivo,
y solo valen en él
nuestras ruedas de acero
y no sirve nuestro fingido
llanto de bronce.
Estoy dentro del
mecanismo, un engranaje,
el amor es una magia
de hados misteriosos,
solo tengo que
encontrarte en mis caminos
para quebrantar la
alquimia de mi soledad.
Pero ¿Dime dónde te
hallaré? ¿Bajo que luz?
¿Usando que diestro
artilugio o mecanismo?
¿Será en silencio,
cautos, como en un sueño?
¿O quizás caminando de
tu mano
en la mañana?
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