25 junio 2013

Londres 1900

            Fue en diciembre de 1900, en el cambio de siglo, bebía una soda con mis hermanos cuando lo vimos aparecer en el patio trasero de nuestra casa, brumoso al principio, como un reflejo matutino sobre el estuario del Támesis, allí estaba, fue haciéndose tangible y real. Un artefacto extraño y un hombre andrajoso en su interior; colgaban gelatinosos líquenes de la castigada estructura, delgadas y extrañas plantas carentes de fotosíntesis. Parecía un refugiado de una batalla solitaria dentro de su irreal carro de combate, retornando del frente, de la delgada y oscura tierra de nadie. Luego, un segundo más tarde,  se descargó sobre nosotros, atravesándonos, la mirada del viajero a través del tiempo y supimos del delirio increíble, de las imágenes que danzaran ante sus ojos, de la desesperación y la impotencia por doblegar la corrosión de los años sobre su rostro, y de su certeza concreta de la muerte del sol.


Atardecer

Niña callada y solitaria, traslúcida de playas,
es hermoso observar el mar como tu lo haces,
pero allí no se encuentran todas las verdades,
de todos modos, que hermoso es mirar el mar.

No te he visto sonreír, bella niña despoblada,
¿Te han quitado el brillo de alguna estrella?
¿O aún esperas que una ola empape la luna?
Seguro, es hermosa tu sonrisa como ese mar.

¿Qué haré para narrarte la voz de la arena?
Te leeré despacio mi poesía pequeña tal vez,
un verso simple que nada vale, nada cuenta,
como esa arena, son solo palabras en papel.

Niña te asombraras de tu pequeñez, sentirás,
que aparte de estar tan callada, tan solitaria,
sientes traslucidez de otras playas a lo lejos,
tan parecida a mi, tan inmensamente lejana.

Eres lágrima morena, soñada dermis parda,
es que veo el horizonte allende a tu sombra.
¿Por qué tan fija y quieta tu mustia mirada?
¿Por qué tu castillo es de arenas y espadas?

Se han enamorado las estrellas de esos ojos,
en la playa de cangrejos blancos, esta noche.
Dime niña, tu que miras ese mar perdurable.
¿Ya es solamente para ti agua y vasto cielo?

Reptiles urbanos

            ¡Mira! – Dijo – Te confiaré un secreto – Su voz me hacía cómplice de la locura en las penumbras de la callejuela - ¡En mis sueños siempre hay terribles ojos de reptiles desconocidos que me observan desde las profundidades de las alcantarillas! – Preferí entonces, no contradecirlo, ni darme por enterado de los comienzos de una quimera fantástica que terminaría con su cordura; sonriendo le respondí una nimiedad y con una señal imperceptible ordené a mis crepusculares reptiles urbanos que dejarán de perseguir peatones y volvieran a sus nidadas oscuras y abismales.

El olvido de la Luna

Escasos bocados de rocío,
los saboreo, los manipulo,
es la frescura en este instante
del comienzo de la mañana,
antes de que el calor domine
los territorios aún nuevos
y avance sobre terrazas,
pavimentos y personas.

La luna, ya hace unos instantes,
ha desaparecido entre reflejos,
consumida es, por la claridad,
que espanta sombras y silencios,
sé que aún su figura carcomida
y mutilada, de medialuna su cara,
está por allí y que aún nos mira,
cómplice de agobios e ilusiones.

Yo entiendo su apuro de ocultarse,
su temor a permanecer descarnada
frente a la avidez ocular del orbe.

Yo sé de los olvidos y su anatema,
de los que el hombre es prisionero
cuando amanecen sus palabras.


18 junio 2013

Descaradamente azul

           En el reino del Este, bajo la sombra del nuevo y ostentoso zigurat, descansa el pequeño escorpión azul, lejos del sol abrazador del desierto de Uruk. Los demás congéneres, su familia directa, han desterrado a este de su imperio de rocas y ratas canguro debido a su pequeñez, debido a su color descaradamente azul, falto de convencionalidad y mimetismo. La huida del singular arácnido se produjo en medio de las tinieblas de la noche, amparado por una luna cómplice y fuegos fatuos en el horizonte, y el pequeño escorpión azul nada sabe de la arena arrastrada por el viento sobre las dunas, ni de la escasez de agua en la depresión que se comienza a formar al pie de la amurallada Eridú.


Enamorada

No quiero acostumbrarme, a tus ausencias.
No quiero olvidar tu sonrisa a cada instante.
Solo deseo esas melancolías de tu rostro,
o las alegrías por tus besos que me nombran.

Si me quitan el sonido prehistórico del viento.
Si me roban día a día puñados de sal marina.
se llevan también los jirones de mis sueños,
envueltos en esa calma de saberte enamorada.

No quiero empañar, el brillo de tus ilusiones.
No quiero irme sin decir te quiero, una vez más.
Solo anhelo tus caricias de encuentros cotidianos,
o tus palabras que pululan  mis sueños esta noche.

Si me ocultan la humedad pacífica del agua.
Si me obligan a renunciar hoy a tu destino.
Se alejan llevando retazos rojos de mi cuerpo,
enmudeciendo triste, tu condición de enamorada.


11 junio 2013

Boceto de autor

          Boceto: un rostro dibujado en tinta sepia, colores pardos de gotas que caen hacia un garabato de la vida del autor. Boceto: homenaje a las arrugas de mi padre, como un aguafuerte que conquista el lienzo y destiñe las fibras y se pierde en la desesperanza. Boceto: todo ello en el instante de mi mano bajo los borrones provocados por mi cuerpo, resaltando el encanto de la línea en el borde de la palabra. Boceto: uno más entre unos cuantos, azar caído sobre un vínculo de fuego. Es en ese instante cotidiano cuando deslizo mi sueño, mi boceto de autor, sobre el brillo de estas páginas.


Hubo un tiempo

Hubo un tiempo en que creía
que todas las aves carecían,
de la virtud rauda del recuerdo,
que solo vivían e idolatraban
el mensaje efímero del presente;
luego advertí que solo simulaban
olvidar el grito de la historia,
para no precipitarse, no caer,
y horadar la piel del mundo,
desde su bello tiempo de sueños.


05 junio 2013

Interpretación de un sueño

            El Discípulo tiene un sueño. En él, desde lo profundo de un pozo abismal tiene que subir por una cuerda de papel para poner su vida a salvo. Para agravar la situación ya de por sí complicada por la fragilidad de la soga, el pozo está lleno de agua hasta la tres cuarta parte de su cuerpo, de esta manera el Discípulo tiene que mantener las manos secas para que el papel no se moje y no se rompa, poniendo fin a su esperanza de salvamento. Aunque por capricho de los dioses la cuerda se reproduce en la parte superior descendiendo a medida que las manos en su empeño de subir mojan la parte inferior y deshacen tramos equivalentes. Consultado el Profeta por la interpretación de este sueño, dio en sumirse en profundas y míticas cavilaciones, entonar un canto tántrico e inmolar diversos pequeños animales a su dios particular. El Discípulo mientras tanto ve transcurrir la vida frente a la morada del Profeta y ante sus ojos, entonces, con apenas meditada simplicidad, compara su sueño a lo largo de esos años con el esfuerzo de continuar la cotidiana existencia y sonríe ante la sencillez de su propia interpretación.
 


Despertando

Tuve un sueño de un millón de años,
y al despertar, contemplé al amanecer,
la palma de mi mano de espaldas al sol
y sonreí, entiendo,  por primera vez.
A la orilla de un océano púrpura,
lánguidas olas saturadas de minerales
lamieron con avidez mis pies desnudos
y dejaron amarga sal en mi garganta.
De ese sueño desperté vacío, infinito,
 y a la vez carente de sonidos y palabras,
ensayé un grito que un ave rehuiría,
cayendo, hundí mis brazos en la arena.



02 junio 2013

Apocalipsis ahora

           Los rumores fueron llegando, susurros hediondos como la selva que me rodea, pequeños hálitos de información traspasando la espesura. Y los hombres callaron ante mí, ellos siempre escuchan; mis hombres, mi ejército de sombras perfectas; silenciaron en sus actividades una murmuración de nerviosas consecuencias. Una barca asciende por el río hacia mí, no importa el destino, incumbe el hombre, un asesino remonta el Mekong como si su única razón de ser fuera cabalgar esas aguas eternamente turbias de cadáveres y levantar la mirada para otear la jungla en busca de mis huellas. Desde mí afiebrada atalaya, observo ese río, y mis pesadillas me dicen que sus vertientes pueden ser tanto el Gran Congo como un simple arroyuelo de montaña vietnamita. Alguien soñó conmigo este delirio, alguien  que no es mi navegante asesino, sino el hacedor de nuestros dos destinos, el que musitara las últimas palabras de horror a través de mi rostro moribundo; el maderamen sediento de ese barco tiene crujidos de barbarie y  jirones de niebla solitaria.
 

Dentro de los mecanismos

¿Dime dónde te hallaré? ¿Bajo que leve luz?
¿Usando que diestro artilugio o mecanismo?
¿Será en silencio, cautos, como en un sueño?
¿O quizás caminando de tu mano
en la mañana?

Ni tú ni yo conocemos los sombríos secretos,
los que encierran la falsa cordura y el grito,
de aquellos que creen torpemente en el amor
pero no lo encuentran, o ya casi desistieron.
Sé que vivo demasiado mi poesía y su genio,
es un camino ilimitado que conduce al mar,
allí entre durmientes olas culmina su error,
es donde mis poesías se trasmutan en arena.
Sé que no es virtuosa mi cualidad de amar;
porque lo despojo todo y lo conquisto todo,
y si lo hago así a mi modo, nada nos queda,
solamente tu piel sin llamas y mis silencios.
Si todos fuéramos esclavos del rito repetido,
acataríamos la mano del hado que nos ciñe.
El amor seria solo un color más, una chispa,
un mecanismo de control para calmar almas.
Pero espera, aguarda un momento por favor,
¿Cómo sabré que eres tú, entre mis arterias?
¿Cómo te identificaré entre esas multitudes?
¿Quién eres? ¿Cómo es el color de tus ojos?
Hace mucho tiempo, nací ciego y homérico,
maldito en nombres nocturnos y en caricias
marchitos mis dedos por acariciar tu rostro,
desesperado en un sueño que aún te busca.
O es que en verdad todo es un mecanismo,
un artilugio antiguo, un ingenio primitivo,
y solo valen en él nuestras ruedas de acero
y no sirve nuestro fingido llanto de bronce.
Estoy dentro del mecanismo, un engranaje,
el amor es una magia de hados misteriosos,
solo tengo que encontrarte en mis caminos
para quebrantar la alquimia de mi soledad.

Pero ¿Dime dónde te hallaré? ¿Bajo que luz?
¿Usando que diestro artilugio o mecanismo?
¿Será en silencio, cautos, como en un sueño?
¿O quizás caminando de tu mano
en la mañana?