De boca en boca, de camino en camino, de ciudad en
ciudad, la triste noticia llegó a oídos de la honorable dama de Li Tsei-wa en
la provincia de Henan. En las fronteras del Imperio, donde una avanzada de los
manchurianos doblegaba al ejército, el General Cho Wei, había demostrado con
escándalo abierto, ciertas inclinaciones románticas hacia su montura
particular. El amor del diestro hombre de armas por el insigne equino había
trascendido los límites de sus subalternos y provocado no pocas opiniones
terribles y encontradas, motivando comentarios sugerentes a pesar de su promesa
de fidelidad a la dama de la provincia de Henan. Hubo algunos intentos de
encubrir la inmoralidad, tardíos ante el hecho consumado de haberlos hallado el
centinela durmiendo juntos, noble arquero y cuadrúpedo, bajo la sombra de unos
palisandros alejados del campamento. La honorable dama Li Tsei-wa, irremediablemente
despechada, se suicidó al amanecer, mientras en la frontera bélica, una espada
manchuriana cercenaba la cabeza del descuidado amante. En la provincia de
Henan, se encuentra la única estatua conocida del General Cho Wei, y es la
única también cuya montura, equivoco homenaje del artista, tiene una flecha
clavada en el corazón.
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