09 noviembre 2018

Primavera de 1941

Sobre los abruptos acantilados de Dover, en la primavera de 1941 se produjo una espontánea precipitación de miles de minúsculos huesecillos de aves, como si una infrecuente ruta migratoria hubiera aligerado peso para permitir a sus pasajeros poder alcanzar archipiélagos lejanos y desconocidos. Algunos lugareños, hombres dados a las marinerías de oficio y a hurgar nidos en la niebla, hablan de un miedo atávico, mezcla de antiguas leyendas de los dragones en las cuevas del viejo castillo con los vuelos rasantes de cazas de la RAF perseguidos por los Messerschmitt’s de la Luftwaffe. Cuentan también que una mañana, terriblemente diáfana como para sugerir la costa francesa en la distancia, el viento del Canal arrojo sobre las playas del Condado de Kent, cientos de diminutos y perfectos cráneos de pájaros.


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