24 abril 2013

Nuestras ausencias


A veces reconstruyo nuestras ausencias,
sobre endebles y temblorosas telarañas.
Solo yo, luego, puedo reforzar ese cáñamo,
solo tú, mañana, puedes retomar esas distancias.

Hemos de desaparecer un día y reencontrarnos otro,
un cielo o una tormenta no detendrán ese verso.
Hemos de mezquinarnos palabras para olvidarnos,
sin saber que en el minuto siguiente recordaremos.

A veces soplo sobre nuestras ausencias, ese olvido,
y me reconozco en escucharte, en releerte, en observarte.
Solo yo, entiéndelo, vuelvo a perderme en tus caminos,
solo tú, concíbelo, puedes cruzarte en mis senderos.

Hemos de observar juntos esa piedra imaginada,
de musgo y setas decorando tu hermosura.
Hemos de tomarnos de las manos en silencio,
sin conocer las respuestas ciertas del mañana.

A veces he de conservar una calma que no tengo,
sobre mis palabras duermen atardeceres en silencio.
Solo yo, quizás, retomaré siempre las caricias cansadas,
solo tú, acaso, escribirás mi nombre sobre la arena.

Hemos de ser eternos principiantes de la llama,
quemando nuestras alas de Ícaros rampantes.
Hemos desistido de nuestros cuerpos en el  origen,
y bebido de una copa ya vacía de buen vino.


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