Dulzura en el vaivén de las
hojas.
Frescura sobre rostros de
porcelana.
Sentir en la piel, el aire
limpio,
acariciar los fuelles de la
vida.
Silencio hechizado, de manos
suaves.
Afonía de flores demasiado simples.
Desprender la fina y débil telaraña
que el sol torna en bordado
de bronce.
Y desde una ventana incierta,
sonreír,
rodar la mirada sobre sendas
de vapor.
Recordar que hay ojos que
nos miran,
que urgimos su tibieza y su
nostalgia.
Dulzura sobre rostros de
porcelana.
Frescura en el vaivén de las
hojas.
Sentir los fuelles de la
vida,
acariciar en la piel, el
aire limpio.
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