PROTOCOLO DE PROGRESO
La
llegada a ese planeta fue como siempre, primero la observación desde lejos, la
preparación del informe, la espera de las evaluaciones, toda la burocracia que
se pone en marcha en cada ocasión en que contactamos un ambiente propicio para
la vida.
Hemos
descubierto bastantes planetas habitados a lo largo de los siglos, pocos con
vida y un escasísimo número de civilizaciones. Por esto es que no fue
indiferente la noticia de que en éste no solamente hay vida inteligente sino
organizada.
La
primera observación fue que los seres inteligentes se encontraban en todo el
planeta en el mismo estadio de evolución, compartían una cultura común y no se
observaban conflictos en ninguna de las regiones. La homogeneidad era lo más
destacado y sorprendente, algo que hasta ahora no tiene paralelo en ningún otro
de los planetas conocidos.
Antes
de realizar contacto y siguiendo el protocolo se fue elaborando un informe
completo en todos los aspectos, desde la conformación mineral y geológica del
planeta a una detallada y enciclopédica descripción de fauna y vegetación,
dejando para la culminación el estudio de los seres inteligentes con su
lenguaje, arte, historia, saberes de todo tipo.
Es en
esta etapa final en la que fui enviado para hacer contacto.
Estuve
orbitando un largo tiempo mientras me familiarizaba con vocablos, pronunciación
y gestos. Fui escogido entre otras causas debido a que mi raza es la más
parecida a esta. Soy un poco más oscuro y la distancia entre los ojos es
diferente, pero en general puedo pasar por uno de ellos que hubiese tenido
alguna deformación de nacimiento.
Cuando
bajé a la superficie escogí una zona que para ellos es fría pero que para mi
percepción de la temperatura es la más benigna, y con suplementos médicos logré
compensar el oxígeno.
A los
primeros días los pasé en una zona rural, aclimatándome y acostumbrando mis
músculos a la gravedad. Ya conocía bastante bien sus costumbres y llevo por
supuesto un sistema de ordenador incorporado que me proporciona la información
que pueda requerir.
El
primer contacto en la campiña fue con un hombre que pasó llevando leña y me
miró con el rabillo del ojo, como se observa disimuladamente a los minusválidos
o a los seres de otra raza. Nos saludamos cortésmente y me dirigí al poblado.
La
evolución de estas gentes se encontraba en el estadio de vida campesina, con
granjas y pequeños pueblos donde se agrupaban los artesanos y se realizaba la
actividad política. No había ciudades ni un centro mundial, sólo poblados
rodeados de establecimientos rurales, y la misma extendida cultura. Lo más
inexplicable es que esta etapa de su civilización abarcase todo el planeta, y
durase milenios.
Nuestras
investigaciones previas habían demostrado que la cultura única se había formado
hacía miles de años (tiempo terrestre) y desde entonces no había sufrido ningún
cambio significativo. Esto era intrigante, ya que no habíamos hallado algo
similar en ninguna galaxia.
Me
presenté en el pueblo en un comercio de insumos, saludé al dueño en la forma
ceremonial y le pregunté si había trabajo para un hombre saludable. Se
conmocionó visiblemente, y con muestras de respeto inquirió el porqué de mi
necesidad de trabajo, el porqué de mi soledad, como quien sabe que responder
será doloroso, y ya excusándose con el gesto.
Le
mentí un incendio en la granja de mis padres y expuse la historia ya preparada
para integrarme en la comunidad.
La
enorme pena que le provocó el que yo hubiese quedado solo me conmovió. Son unos
seres muy emotivos y para ellos, profundamente gregarios, la desgracia que se
había abatido sobre mí era inimaginable.
Me
mostré afectado. Atento a mis sentimientos, no me interrogó más y me indicó una
granja donde podrían adoptarme.
Puede
parecer inútil, pero estas observaciones de campo son parte del protocolo de
acercamiento a las civilizaciones descubiertas. Es posible que este paso se
obvie en el futuro, pues algunos sociólogos han muerto o sufrido violencia en
algunas misiones, y los científicos últimamente no tienen demasiado en cuenta
nuestros relatos, pero yo disfruté de ser el primero en pisar suelo virgen.
Después
de llegar a la granja y llamar a la puerta hube de esperar a ser atendido por
el padre. La organización es familiar con una cabeza masculina que funciona
como consejero, patrón, educador y sacerdote de dioses lares. A veces conviven
dos o más familias, pero el varón principal es el mayor en edad y toma a su
cargo a los hermanos con sus hembras y sus hijos.
En
esta granja había solamente un grupo familiar, por lo que contaban con
habitaciones vacías y la posibilidad de acoger otro integrante.
Desde
el primer momento me trataron como uno más. Tuve mi lugar en la mesa, me
proporcionaron algunos vestidos evidentemente confeccionados por ellos mismos,
pusieron elementos de limpieza a mi alcance.
La
vida era perfectamente planificada desde el amanecer al anochecer según las
necesidades del trabajo, que estaba distribuido con justicia entre todos los
integrantes de la familia. No había peleas, nadie se quejaba, los niños
aprendían de los mayores todo lo necesario para la vida cotidiana. Mi
personalidad me ha hecho participar de algunas riñas en mi juventud, pero el
mecanismo vital de estos seres limaba cualquier aspereza que pudiese dar lugar
a una disputa.
No
habían tenido guerras desde miles de años atrás, la misma palabra “guerra” no
existe aunque puede evocarse el significado al referirse a la quita de malezas,
a la limpieza de ciertos parásitos que anidan en los techos y circunstancias de
ese tipo.
Anoté
las peculiaridades de su cultura, que se van revelando en la convivencia. En
líneas generales todo era conocido por el estudio previo, pero mi visión
proporcionaba un registro para el futuro de situaciones vitales aún sin
influencia de otra cultura como la nuestra.
Estos
seres eran vegetarianos, aunque poseen colmillos que evidencian un remoto
pasado en el que fueron carnívoros. Buena señal, pues tenemos mucha existencia
de ganado pasible de ser comercializada. Su medicina es muy rudimentaria, y
nosotros somos productores de un amplio abanico de medicamentos. Utilizan metal
pero los yacimientos son casi vírgenes. En suma, era un mercado inexplorado con
gran potencial de intercambio.
Yo
pertenezco al planeta tierra, donde mi especie inteligente en pleno estadio de
formación logró exterminar a otros homínidos que pudiesen presentar batalla por
territorio o alimentos. Poseemos una violencia que logró acortar
considerablemente las etapas evolutivas, de sociedades primitivas como la de
este planeta a una economía feroz de aprovechamiento extenso de recursos. Como
en otros planetas, hubo un apocalipsis de guerras internas que acabó con la
mayoría de las especies animales y vegetales, dejando relativamente pocos
habitantes, un gran nivel tecnológico y la puerta abierta a ser contactados por
otra especie inteligente para iniciar el comercio interestelar.
Mientras
compartía la mesa de la granja con individuos serenos y afectuosos, imaginaba
mi próximo trabajo, consistente en sembrar la semilla de la evolución social.
Sería relativamente sencillo pero dadas las condiciones la germinación seguramente
tomará más tiempo del estándar.
Según
las características de cada especie tenemos diversos protocolos. Aquí la
estabilidad se encuentra fundada en la homogeneidad de la cultura, la
inexistencia de una religión dependiente de poderes centrales, la atomización
de las sociedades en aldeas regidas por una democracia real, la naturaleza
pacífica de los individuos. En suma, la absoluta falta de competencia que actúe
de movilizador de la historia. Como en algunas antiguas sociedades de mi
planeta, carecían de la noción de progreso adhiriendo a un pensamiento cíclico
y circular ligado a las estaciones y las cosechas.
Tuve
unos días de trabajo quitando malezas, algunas pequeñas felicidades en charlas
breves e inocentes con criaturas atávicas, me distraje observando horizontes
limpios y un cielo carente de tóxicos, puro y dilatado.
Uno se
ablanda un poco y se suele sentir el impulso de dejar el planeta intocado y
testigo de una era de la ingenuidad, pero tengo detrás toda una organización de
la cual soy apenas una minúscula partícula, y mi plan de acción fue prefigurado
de antemano.
Podía
introducir la cápsula de veneno de muchas formas. En un equilibrio
aparentemente tan firme un solo cambio inclina el plano y todo comienza a rodar
y a entrechocarse.
Habría
que provocar ese desequilibrio, y ello era posible introduciendo el concepto de
progreso, avance con respecto a otros, superación de otras comunidades, recelo
por estos otros, envidia de las condiciones distintas y mejores de esos otros,
lucha por la consecución de esos bienes o forma de vida envidiable.
Tomé
la comunidad que me acogió, les revelé que yo soy de otro planeta y les aseguré
que mejoraría su existencia con conocimientos insospechados. En poco tiempo los
convencí con algunos prototipos para encantar ingenuos, para lo cual debieron
aprender a utilizar algunas herramientas, y para hacer esas herramientas debieron
buscar materiales en otras regiones. Esos materiales, como minerales, se
encontraban debajo de los cultivos de otras comunidades, por lo que debieron
comerciar con ellos, compartir saberes, especializarse.
Sé que
pronto surgirán las disputas por el precio de materiales, cosechas, saberes.
Habrá escaramuzas, luego guerras, y en unos cuantos siglos el paisaje estará
devastado, y las condiciones serán las adecuadas para entrar en el comercio
intergaláctico. Los que queden ya no serán ingenuos y tendrán el anhelo de
progresar infinitamente.
Miro
el campo que ondula en pastizales, respiro el aire puro. Me llevo una imagen
preapocalíptica, suspiro y vuelvo a mi nave.
Mónica
Russomanno, argentina, escritora editada en diarios (La Nación, El Litoral), en
antologías y en la colección "Bienes culturales" de ATE. Realizó
guiones de videos y se desempeña como jurado en concursos de cuento (SADE, El
Puente)
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