22 agosto 2013

Palabras

Dolor...
De ser arcilla mancillada o légamo remoto,
que se corroe bajo antiguas manos de poeta
y de ser dueño ya gastado, rey sin heraldos,
erosionado por lágrimas y una fiebre añeja.

Orgullo...
¡Ah! ¡Ah! ¡Ese tonto duendecillo tenebroso!
Tan necesario, tan vital, tan a tiempo en mí,
para combatir ciertos dolores y elocuencias
y que no basta, no alcanza, una sombra gris.

Silencio...
Soledad en una tarde fría, de gatos gordos,
vacío de calles rojas y ventanas a las nubes
deambulando con la certeza tal vez incierta
de ser uno solo, yo y nadie, consigo mismo.

Palabras...
¿Cómo definir esa tiranía intensa del dolor?
¿Cómo describirte la crueldad de una frase?
No nací para aceptar las yerras respuestas,
que no procedieran de mis racionales labios.

Lágrimas...
Refugio del viajero esperando la tormenta,
sobre la cima de la montaña o en el cieno.
Mi fuerza es la del caballero más exánime
y mi tristeza cierta la del olvidado gigante.

Amor...
Perdóname hoy, no puedo hablarte sobre él,
pues estoy escribiendo un verso en la noche.
Puedo imaginar todos los rostros que amé,
pero me ciega algún color y entonces callo.

Libertad...
Muy lejos, si, muy lejos, donde tú descanses,
o donde la flor transmuta su delgada forma,
existe un legado para mí alma, elegido está,
es la curvada simpleza de una gota de agua.


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