¡Mira! – Dijo – Te confiaré un secreto – Su voz me hacía
cómplice de la locura en las penumbras de la callejuela - ¡En mis sueños
siempre hay terribles ojos de reptiles desconocidos que me observan desde las
profundidades de las alcantarillas! – Preferí entonces, no contradecirlo, ni
darme por enterado de los comienzos de una quimera fantástica que terminaría
con su cordura; sonriendo le respondí una nimiedad y con una señal
imperceptible ordené a mis crepusculares reptiles urbanos que dejarán de
perseguir peatones y volvieran a sus nidadas oscuras y abismales.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario