¿Dime dónde te hallaré?
¿Bajo que leve luz?
¿Usando que diestro artilugio
o mecanismo?
¿Será en silencio, cautos,
como en un sueño?
¿O quizás caminando de
tu mano
en la mañana?
Ni tú ni yo conocemos los
sombríos secretos,
los que encierran la
falsa cordura y el grito,
de aquellos que creen torpemente
en el amor
pero no lo encuentran,
o ya casi desistieron.
Sé que vivo demasiado
mi poesía y su genio,
es un camino ilimitado
que conduce al mar,
allí entre durmientes
olas culmina su error,
es donde mis poesías
se trasmutan en arena.
Sé que no es virtuosa mi
cualidad de amar;
porque lo despojo todo
y lo conquisto todo,
y si lo hago así a mi
modo, nada nos queda,
solamente tu piel sin
llamas y mis silencios.
Si todos fuéramos
esclavos del rito repetido,
acataríamos la mano del
hado que nos ciñe.
El amor seria solo un
color más, una chispa,
un mecanismo de
control para calmar almas.
Pero espera, aguarda
un momento por favor,
¿Cómo sabré que eres tú,
entre mis arterias?
¿Cómo te identificaré
entre esas multitudes?
¿Quién eres? ¿Cómo es
el color de tus ojos?
Hace mucho tiempo,
nací ciego y homérico,
maldito en nombres
nocturnos y en caricias
marchitos mis dedos por
acariciar tu rostro,
desesperado en un
sueño que aún te busca.
O es que en verdad
todo es un mecanismo,
un artilugio antiguo,
un ingenio primitivo,
y solo valen en él
nuestras ruedas de acero
y no sirve nuestro fingido
llanto de bronce.
Estoy dentro del
mecanismo, un engranaje,
el amor es una magia
de hados misteriosos,
solo tengo que
encontrarte en mis caminos
para quebrantar la
alquimia de mi soledad.
Pero ¿Dime dónde te
hallaré? ¿Bajo que luz?
¿Usando que diestro
artilugio o mecanismo?
¿Será en silencio,
cautos, como en un sueño?
¿O quizás caminando de
tu mano
en la mañana?
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