Cuando
el Emperador en su día más grato logró, no sin ciertas enardecidas miradas de
su consorte real, nombrar a la joven Ti-Peng como su Agasajadora de las
Alegrías Absolutas, fue la jornada en que comenzó su caída y por efecto
consecuente, el fin de su Imperio. En estos frágiles inicios su pasión se vio
magnificada por la multicolor osadía de las ornamentaciones que la joven
Ti-Peng, en abierta afrenta al antiguo mandato real de Homenaje y Respeto a los
Colores Pardos, extendía sobre los distintos Salones Equinocciales del Palacio
Prohibido. Fue así, Como el Emperador se encontró un día persiguiendo la grácil
belleza de Ti-Peng por los distintos ambientes rectangulares desde el naciente
Este del Dragón hacia el moribundo Oeste, deambuló así de esta manera en
búsqueda vana de sus favores encendidos, por el Salón de la Serenidad del
Rocío, por la Habitación de los Placeres Equívocos, por la Cámara de las Rosas
de Sangre y los Siete Aposentos del Candor del Nenúfar hasta el Apartamento de
las Verdades en la Mirada del Amor. Agitado, con el aliento en la palma de su
mano, el Emperador decidió confinar a la joven Ti-Peng en un solo recinto,
nombrándola Amante de la Antesala de la Noche, para aquietar sus pasos en un
solo lugar, ocultándola a miradas inquietas y donde por declinación hacia la
tristeza, Ti-Peng comenzó a languidecer, cerrándose en su mutismo como las
flores de invierno y muriendo de melancolía el día posterior al solsticio de
Primavera.
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